viernes, 11 de febrero de 2011

Ojos

No es novedad llegar hasta acá
y poder encontrar lo que tanto ignoré
dos rayos de luz que me alegran el día
que si los sigues de cerca no se alejan
que si te alejas siguen acercándose

Pequeños y sinceros, no dejen nunca de
estar aquí
porque sin ellos yo no canto
sin ellos no sonrío
sin ellos no respiro
sin ellos no me guío

Querida vida, si en mi está el poder decidir
dejalos hasta que amanezca
porque sin una sonrisa no valen...

domingo, 6 de febrero de 2011

La ciudad

Luces parpadeantes, todos los días
cada lugar un momento
cada momento un sonido
cada sonido una persona que trata de entender
día tras día por su ventana
luces parpadeantes.

No existen edificios luminosos
porque nadie ve el brillo de cada trozo de concreto
que tenuemente busca brillar a la luz de cada hombre que lo construye.
Construído a partir de realidades de cada luz parpadeante
mudo de explicaciones.

miércoles, 2 de febrero de 2011

-Hola, ¿Qué haces?
-Hola, mi maleta.
-Y ¿dónde vas?
-Lejos, de ti.

Hasta ese momento, el no se daba cuenta de lo que estaba pasando. Solo podía ver desde fuera, a una persona guardando cosas...que habían costado una vida llena de esfuerzos, sacrificios, alegrías y penas.

- ¿Por qué te vas?
-Porque ya no quiero seguir así.

Mientras ella cerraba la puerta y bajaba las escaleras, el suave eco de los recuerdos que llevaban juntos no podía despegarse de aquél rostro lleno de rabia, temor y mucha ansiedad.

En la estación, ellos iban juntos en el asiento 33 del tercer vagón de un tren que iba hacia el mar. Habían planeado este momento durante meses luego de horas y horas de tomar un lápiz y llenar de nombres una caja de zapatos. Montaña, campo, playa, río.... y solo salió el mar.

-Si alguna vez me alejo de tí, será en dirección a la playa.
-Pero, eso no pasará, ¿verdad?
-Claro que no


Mientras el no sabía que hacer en la habitación recordó hacia donde podría ir la persona que había seguido sus locuras durante años. No dudó por un segundo en tomar las llaves e ir directamente hacia la estación.
En el auto no podía dejar de pensar en ese tonto discurso de cambio, de progreso que él pensaba, los haría ser más felices y vivir libremente sin preocupaciones. El vivía de sus pensamientos y en ocaciones eso era lo único que no los dejaba estar tranquilos. Si por un segundo el hubiese desistido, hubiese frenado su manera impulsiva de decir las cosas, quizás todo sería diferente.

En la estación todo está como siempre, el ir y venir de las mamás junto a sus hijos que quieren un dulce. Los ancianos subiéndose  tomados de la mano, todo parecía normal. Pero ella estaba ahí. El reconocería ese vestido entre miles iguales, esa forma de mover el brazo no podia ser de alguien más.

-¿Podemos hablar?
-¿Para qué?

Suavemente comenzó a avanzar el vagón y sus rostros se iban alejando a medida que avanzaba el último tren a cartagena. El último tren que se llevó sus deseos, sus palabras y sus corazones.